viernes, 9 de mayo de 2008

La vida y la mortadela


Cuando eres pequeño te la dan en el bocata de la merienda y aceptas su sabor porque es intenso, excitante y porque, feliz en tu ignorancia, desconoces su composición. Cuando no te apetece, siempre te queda el perro de la tienda de congelados que está al lado de tu casa. Nunca le haría ascos, pobrecito.
Te haces adolescente. Empiezan a gustarte otras cosas más que la mortadela. Intuyes que hay algo que falla.Como dice Shu: quieres ser guay pero no llegas a chachi.
Cuando atraviesas cierto período reflexivo de tu existencia te das cuenta de que la mortadela está hecha de las sobras de cerdos picadita para digerirla mejor.
Cansada/o de las malas digestiones, decides que sería fabuloso volver a ser niño y que te gustase. Sin embargo, ya nunca volverá a ser así. La aborreces hasta el día en que te mueres, hasta el momento en el que cierras los ojos para irte a quién sabe dónde...y piensas: qué feliz era yo cuando no sabía de qué estaba hecha la mortadela...


*Los comentarios ya están abiertos al público general. Carol, ni siquiera te hace falta una clave...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Di que si...
"En la "mortadela" está la felicidad"

Anónimo dijo...

haría algún comentario, pero son las 15,00, mi jornada laboral terminó. ¿contenta? (carol)

Anónimo dijo...

Pues.... a mi me sigue gustando la mortadela. Eso es malo? (Soñi)