No he tenido tiempo hasta hoy para relatar la anécdota de la semana pasada en este marvilloso tren mío de los lunes y los viernes.
En este caso, funciona la ley de Murphy al 100%. Todo lo que va mal, puede ir peor.
Así fue como al regreso de mi excursión forzosa por motivos laborales del lunes me encontré en Pescara (a mitad de camino) "compuesta y sin tren".
Para colmo, mi teléfono se había quedado sin batería. Supe que sucedería cuando el tren empezó a frenar cada 5 minutos, el revisor sacaba reiteradamente su cabeza por la ventanilla y me llegaba un olor particularmente molesto a chamusquina.
Mi teléfono se quejó un par de veces y se murió.
Todavía me quedaban esperanzas. Al principio pensé que nos cambiarían.
Paramos en Pescara. 40 minutos de rigor, como de costumbre ,y bajé a comprobar que todo estaba en orden.
"Autopullman"¿Qué coño es eso?
Me voy corriendo al mostrador y ni siquiera se habían enterado ni ellos. Me envían a la oficina de información.
Tampoco saben nada pero me dicen que si tengo que coger el autobús pasará por delante de la puerta de la estación.
Ah, qué bien. Las 9 de la tarde, hecha polvo y con un frío que pela y vamos a ver si llega un autobús...
Un montón de personas en la calle esperando el mismo...
( Yo creo que no entramos-pensé-)
Tras 20 minutos nos hacen subir. El autobús va cargado hasta las cejas. LLeva gente de pie, que es ilegal.
En fin. En vez de una hora, en este medio se tardan dos ¡Qué le vamos a hacer!
Paciencia, paciencia y más paciencia.
Confío en mi suerte y en que Gius haya preguntado a alguien en la estación y le hayan dicho que llego tarde...
LLego y me abraza...
Lunes con "super glue"
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