He vuelto más cansada de lo que me fui.
La visita express a Milán ha sido un éxito.
A pesar de tener que comprar un paraguas nada más llegar, tuvimos la suerte de que saliera el sol el segundo día y nos dejase patear a gusto toda la ciudad.
Milán no es fea, tampoco es bonita.
Es una ciudad que verdaderamente no dice demasiado.
Una ciudad del norte que me recuerda más a Alemania que a Italia.
Todo parece funcionar con normalidad (y me sorprende porque en este país eso es lo poco habitual).
La catedral es una maravilla y en general todo está muy limpio.
Tiene un castillo con un gran parque donde se puede hacer picnic, deporte, pasear al perro, reunirse con los amigos...Me recuerda un poco al Retiro de Madrid.
Mi intento de ver la ciudad desde la Torre Branca (una estructura metálica que no inspira mucha seguridad) se vio frustrado por el viento ya que las condiciones no eran propicias para que el ascensor pudiera subir.
En fin, uno siempre se deja alguna experiencia en el camino.
En este viaje, decidimos hacer lo que nos apetecía.
En Milán hay unos cuantos museos pero vimos sólo el de la ciencia y la tecnología y la capilla donde se encuentra "La última cena" de Leonardo.
La verdad, otra cosa que no me causó un sentimiento particular.
Para ver esta obra hay que reservar las entradas por anticipado y la visita dura unos 15 minutos. Está todo super vigilado y controlado.
Uno se siente como en una de esas películas americanas donde Pierce Brosnan baja con el cable entre los rayos láser a robar una obra única (no, no es el Robobo de la Jojoya)
En general para la visita a la ciudad seguimos unas páginas de internet que encontré de los top 10 a visitar en Milán.
Hubo alguna cosa que no se pudo hacer (esto de ser pobre es lo que tiene) como una cena en el tranvía de la ciudad.
Desconozco el motivo por el que siempre he sentido una fascinación especial por este medio de transporte.
Algo que sin duda también me encanta es el metro porque puedes observar a un montón de gente...
Como no, no nos fuimos sin probar los pazerotti. Por lo visto son típicos de la ciudad y se venden en una panadería que se llama Luini y está muy cerquita de la catedral.
Hay que esperar un minutito de cola pero están muy buenos y tienen buen precio. Sobre todo, saben a gloria después de una mañana de tanto caminar...
1 comentario:
Que recuerdos!!! fue el último lugar que visité en Italia. Yo también paseé por ese castillo.... Que nostalgia, cuanto tiempo hace...
Por cierto Pepiño está muy guapo con su nuevo look.
Que bien os sienta el amor, cochinos....
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