lunes, 11 de junio de 2012

Los vivos y los muertos

Hoy he estado en el cementerio.
¡Tantos nombres de gente muerta! ¡Tantas fotos! ¡Tantas flores!
Me pregunto si de verdad hay algo después de morir.
Porque la muerte física nos toca a todos pero  … ¿existe la muerte espiritual?
El otro día alguien me dijo: “hay personas que nacen viejas y se mueren jóvenes”
Es verdad, también hay jóvenes que viven como viejos.
¿Por qué la línea de la vida tiene que ser un elemento fijo?
Es decir, si aprendemos es evidente que rejuvenecemos cada día.
Más bien parece que esta historia de la juventud o la vejez no tenga nada que ver con el aspecto físico.
Las ganas de utilizar cada minuto de la vida.
En la vida hay muchos minutos, muchas horas, muchos días.
Los hay que viven obsesionados con el reloj y el mañana. Síndrome del Quiero-una-vida-feliz
Los hay que no piensan en mañana, aunque el mañana sí piensa en ellos. Síndrome de Peter Pan.
La muerte nos atrapará a todos. La muerte física quiero decir.
Da igual que acabemos en el cementerio (que al final sigue siendo una manifestación de pertenencia al grupo),  que estemos en un jarrón encima de la chimenea de una casa, seamos ceniza y volemos libres con el viento  o nos unamos con la tierra, que, al fin y al cabo, nos ha engendrado.
La cosa fundamental es alimentar el espíritu con las cosas que nos rodean.
Porque el espíritu sobrevive en el tiempo y en la materia. No se lo lleva el aire ni desaparece en medio de los agujeros negros.
Aunque no lo creáis, en mis largas horas de tren, comparto vagón con el espíritu de mi abuela.
No me da miedo. Está tan vivo como antes aunque ahora no tiene ese cuerpecito y esas manitas de algodón y de sueños.
No tenemos que tener miedo a la muerte. Tenemos que tener miedo a vivir sin sentir la vida.
Porque la vida, y más en tiempos de crisis, es todo lo que tenemos.