martes, 31 de enero de 2012

Nada extraordinario

No me preocupa demasiado no ser una gran intelectual. La verdad siempre he leído bastante basura y tengo un pasado de bailoteo en los pub con osos de colores dando saltos en la cabeza.
Cuando era niña un gitanito del parque me escribía poemas que guardé en una gran caja verde para leerlos ahora.
Cuando regresé de Inglaterra dejé de beber cerveza. Siempre me ha parecido bastante cutre.
Tuve un enamoramiento transitorio de un chico rumano que me enviaba 20 mensajes de texto al día en “esperanto”.
No necesito nada extraordinario para vivir. A veces comprarme un billete de avión de ida y vuelta por 30€. Sentirme en el aire… aunque me suden las manos.
Tuve una relación de 6 años con un desconocido del que me salvó la locura de un italiano que cantaba ópera en mi ducha cuando volvía del trabajo.
A veces llevo la cadena de la virgen de Fátima al cuello por haberla heredado de la persona que más  he querido en mi vida.
Otras veces llevo una que me regalaron mis amigas por mi cumpleaños que tiene mi nombre. Cuando se rompe, la arreglo y sigo adelante...
Sé que debería dejar de beber Coca- cola. Lo sé.
Sé que me impregnaré de radiactividad en ese avión que me llevará a tomarme un vermú al mercado de San Miguel. Lo sé.
Sé que Paolo Coelho solo fue capaz de escribir un buen libro en su vida y luego siguió mortificándose. Lo sé.
En espera de la nieve, me pongo las botas y grandes calcetines de lana. Sueño con un beso al salir del tren mientras los copos me envuelven y escucho una melodía de Cold Play.
Viviría sumergida en el mar seis meses al año…
Nada extraordinario

miércoles, 11 de enero de 2012

Señales "sin humo"


Dejar de fumar es uno de los propósitos más comunes del año nuevo. Humo…
A veces no hay humo y vemos señales ¿O a veces no hay señales y nosotros vemos humo?
Pues sí, la comunicación no verbal representa un porcentaje muy alto en determinados contextos. A veces más de lo que nos imaginamos.
A menudo decimos A y nuestro interlocutor  podría entender B o incluso C + D dependiendo de su estado de ánimo, su personalidad o incluso su grado de confianza y afecto por el hablante.
Está claro que comunicar un mensaje no es una tarea fácil ¡Qué se lo digan a las abejas! Quizás lo más difícil sea adaptarse a la situación y al interlocutor.
¿Por qué con algunas personas sentimos que podemos hablar tranquilamente, sin tensiones y con otras debemos medir nuestras palabras?
¿Por qué se producen los malentendidos?
El caso es que la espontaneidad del acto lingüístico es lo que hace que nos dejemos llevar por la expresión natural de nuestros pensamientos y sentimientos aunque en ocasiones, también sepamos individuar momentos en los que no podemos decir lo primero que se nos pasa por la cabeza…
¿Qué hay de misterioso entonces en “las señales”?
¿Tiene que ver algo la “química” entre las personas?
¿Es nuestro cerebro que va más rápido que las palabras?
Desde mi punto de vista el “quid” de la cuestión es nuestro “decodificador personal”.
Hay personas exageradamente comunicativas que pueden trasmitir pena y alegría con el solo brillo de sus ojos.
Otras con las que puedes hablar durante horas y no poder ni siquiera intuir cómo se sienten en ese momento.
Otras  cuya suma claridad se interpreta como demasiada agresividad.
“Señales”. Creedme, si existiera un manual para interpretarlas de manera científica, ninguno seguiría encendiéndose un cigarrillo a la vuelta de la esquina.