miércoles, 31 de marzo de 2010

El café de los jueves

Casi no me he dado cuenta y mañana ya es jueves.
Las semanas se pasan rapidísimo.
Hace un año que llegué a Italia en busca de la aventura y de estar con la persona a la que quiero.
Hoy me he comido el primer yogur del año con frutos del bosque.
He sentido una brisa especial en el aire. La brisa de la incertidumbre.
La que me lleva de una parte a otra...
Puede que en otras épocas de mi vida estuviese perdida pero me han llevado a saber lo que me gusta hacer.
Ha habido momentos  en los que no sabía lo que quería.
Ahora lo sé. Lo tengo claro.
Lo que quiero es vivir. Es respirar el aire que he elegido yo. No el aire que me obligan a respirar los demás.
No quiero respirar un aire lleno de mentiras. Quiero respirar el que he creado con todas mis ilusiones porque sé que si yo lo deseo algún día las ilusiones también serán realidad.
El resto sigue igual.
Nos tomamos el café los jueves ( aunque sea en internet). Carolina me hace un tour virtual a su nueva casa. ¡Cuánto le ha crecido el pelo!¡Está muy guapa!
Sonia me cuenta el millón de cursos que se va hacer los próximos meses.
¿Un poco de azúcar? ¿ Hoy no quieres café?¿Un trina de limón?
El viernes por fin descanso unos días desde Navidad...



martes, 23 de marzo de 2010

Lunes roto

No he tenido tiempo hasta hoy para relatar la anécdota de la semana pasada en este marvilloso tren mío de los lunes y los viernes.
En este caso, funciona la ley de Murphy al 100%. Todo lo que va mal, puede ir peor.
Así fue como al regreso de mi excursión forzosa por motivos laborales del lunes me encontré en Pescara (a mitad de camino) "compuesta y sin tren".
Para colmo, mi teléfono se había quedado sin batería. Supe que sucedería cuando el tren empezó a frenar cada 5 minutos, el revisor sacaba reiteradamente su cabeza por la ventanilla y me llegaba un olor particularmente molesto a chamusquina.
Mi teléfono se quejó un par de veces y se murió.
Todavía me quedaban esperanzas. Al principio pensé que nos cambiarían.
Paramos en Pescara. 40 minutos de rigor, como de costumbre ,y bajé a comprobar que todo estaba en orden.
"Autopullman"¿Qué coño es eso?
Me voy corriendo al mostrador y ni siquiera se habían enterado ni ellos. Me envían a la oficina de información.
Tampoco saben nada pero me dicen que si tengo que coger el autobús pasará por delante de la puerta de la estación.
Ah, qué bien. Las 9 de la tarde, hecha polvo y con un frío que pela y vamos a ver si llega un autobús...
Un montón de personas en la calle esperando el mismo...
( Yo creo que no entramos-pensé-)
Tras 20 minutos nos hacen subir. El autobús va cargado hasta las cejas. LLeva gente de pie, que es ilegal.
En fin. En vez de una hora, en este medio se tardan dos ¡Qué le vamos a hacer!
Paciencia, paciencia y más paciencia.
Confío en mi suerte y en que Gius haya preguntado a alguien en la estación y le hayan dicho que llego tarde...
LLego y  me abraza...
Lunes con "super glue"

sábado, 13 de marzo de 2010

O tren que me leva pasiño a pasiño...

Después de otro día trabajando a dos regiones de distancia de casa uno regresa agotado pero con una sonrisa en los labios, en este caso porque es viernes y por mis nuevas compañeras de vagón de este viaje.
La ida a Termoli ha sido un verdadero espectáculo. Esta vez, tres mujeres, todas de edades diferentes .
La más joven de todas era marroquí. Tendría unos 31 años y  debo decir que su dominio de la lengua era bastante aceptable (siempre comparándolo con el mío que después de un año no es para nada bueno).
En fin, que estaba contándole a la chica sentada frente a ella que iba a trabajar a una fiesta a Puglia, donde iban famosillos de la tele-basura. Luego nos contó que había tenido un bar pero que era demasiado trabajo para lo que se ganaba. Yo desde el principio pensé que se dedicaba a la prostitución. Me culpaba a mí misma porque pensaba que era todo causado por mis prejuicios e imaginación pero más tarde descubrí que no, cuando nos empezó a hablar de que una vez un hombre le había regalado una maleta llena de vibradores y cuando recibió un par de llamadas confirmando su número de habitación y el número de chicas que llegaban, a parte de sus múltiples comentarios sobre el hombre que frecuentaba más y su hija que no la soportaba. En fin, la chica que estaba sentada frente a ella y la señora de 50 años ya lo sabían porque el Intercity viene desde Venecia ( lo cual supone un mínimo de 5 horas hasta mi parada en San Benedetto del Tronto) y habían tenido tiempo para intercambiar impresiones.
En este caso, la señora de 50 años era la más educada. Intentó ser agradable durante todo el viaje.
Cuando entré en el vagón y me acomodé me introdujeron en su conversación como si me conociesen de toda la vida.
La otra chica, pequeñita y con muchas pecas tenía 38 años  e iba a visitar a su novio a Termoli, al que había conocido en la discoteca.
Estaba muy nerviosa y emocionada y esto ayudó a que la marroquí le tomase el pelo con bastante gracia pero sin ofender.
La señora de 50 rápidamente se interesó por mí. Obviamente, cada vez que abro la boca, todo el mundo sabe que soy española por mi acento. Supongo que tenía curiosidad cuando llegué. Al fin y al cabo, era la nueva en el vagón.
Le dije que iba a enseñar y casi no se lo creían. Pensaban que era bastante más joven de lo que soy, lo que siempre me pone contenta.
Cuando les expliqué la cantidad de horas que tenía que pasar en el tren para ir a trabajar se sorprendieron bastante.
Yo les decía " pasiño a pasiño". Y así es la vida...pasiño a pasiño.
La señora no tardó en bajarse y se despidió amablemente.
La marroquí ayudó a la chica de las pecas a maquillarse antes de bajar e hizo un par de bromas que me provocaron infinitas carcajadas.
En la parada de Termoli, la chica de las pecas y yo nos despedimos de ella con efusividad y bajamos del tren.
Fuera en la estación, la chica de las pecas me dedicó una sonrisa inocente, nos dimos la mano y nos deseamos un buen día.
Por suerte, esta semana tenía al conserje que me ayuda en la facultad.
La clase estuvo entretenida y el regreso se desarrolló con normalidad.
O tren que me leva pasiño a pasiño...

martes, 9 de marzo de 2010

El chacachá del tren

Voy en el tren organizando mis cosas, mis pensamientos de toda la semana...
He empezado a trabajar en la universidad. En una facultad perdida en medio de la nada. Como diría algún amigo andaluz, donde Cristo perdió la zapatilla.
El tren llega casi siempre tarde. Bienvenido a Italia.
Me siento en mi asiento, en uno de los compartimentos que se caen casi a pedazos.
Una chica ha ocupado mi puesto con la jaula de su gato. Me empieza a contar su vida. Viene del norte y va a Bari a visitar a su madre. Acaban de echarla de su último trabajo...
En la siguiente estación suben una señora de unos cincuenta años y un chico que tiene más o menos mi edad.
La señora y la chica del gato entablan conversación.
La señora empieza a hablar mal de los inmigrantes: que roban el trabajo a los italianos, son todos unos delincuentes y que hay que hacer como en Estados Unidos donde, según ella, no dejan quedarse ni para trabajar.
Comienza a hablar de su hija que está haciendo un Master allí. Claro, como no, es la más maravillosa del mundo. Una madre es una madre.
Luego, cambia de argumento y empieza a darle consejos a la chica del gato de lo que tiene que hacer con su vida y , entre tanto, lanza algunos cuchillos con sutileza sobre que los jóvenes son unos cómodos y no quieren salir fuera de sus ciudades a buscar trabajo...
En fin, la escucho de fondo. Cierro los ojos para intentar adormentarme un rato. A cada gilipollez que dice se me encienden más los nervios. Empiezo incluso a sentir ganas de agarrala del pescuezo y darle un par de meneos.
Cuando abro los ojos, el chico, que está sentado enfrente de mi, arquea sus cejas, dándome la razón. Sé que él piensa lo mismo que yo. Va estudiando unos apuntes de Derecho del Trabajo. Yo miro mi esquema para la lección.
Lo peor son los comentarios que la señora sabionda intercala entre opinión y opinión. Yo no soy racista pero...En mis tiempos era todo más fácil pero...
No puedo más...
Gius llama a mi móvil, respondo en español.
Observo a la señora que empieza a cambiar de color...
Claro, creo que no esperaba encontrarse en el mismo compartimento con un pedazo de escoria como yo.
El chico se sorprende al escucharme. Pone la mano sobre su boca sorprendido.
La chica del gato sigue contando su vida sin enterarse...
Tengo ganas de levantarme y decirle a la indeseable que se vaya a tomar por el...
Cojo mi equipo de música audio ( que por cierto, pesa un montón), mi mochila que va siempre llena de cosas, la miro con desprecio y salgo por la puerta.
Pregunto a una chica minúscula que está en el pasillo del tren si la próxima parada del tren es Termoli. Ella reconoce mi acento español y me sonríe. Sí. Por fin , he llegado. Ahora debo entretenerme otra horita y media más. Veamos que se me ocurre...

Nieve en marzo

Pues aquí tenemos las pruebas de que está sucediendo algo extraño...
¡Está nevando en marzo! ¡Hace un frío que pela! Se supone que faltan pocos días para primavera...