Una día normal, un día cualquiera te despiertas . Te desperezas, te tomas
un café en el bar que te vio llegar a esta tierra cuando no sabías ni
pronunciar una palabra en este suajili de locos que hablan con las manos.
Recibes un poema jamás escrito de la persona que te acompaña en tu día a día, que te sigue mirando a los ojos
con ese brillo de la ilusión primera.
A pesar de esa nube de gris gallego en el jardín, plantas un molinito de
viento de colores y piensas en el paso del tiempo. Ya no eres una niña. 35 años
de experiencias infinitas, de atardeceres, de madrugones, de noches sin dormir
bajo el flexo. Errores cometidos y los que quedan por cometer. Aciertos
merecidos y sin merecer.
Piensas en todas esas personas que te felicitan. Desde tu familia, a los
amigos de verdad, los alumnos, personas que has visto solo una vez en tu vida,
quizás en un supermercado o has charlado con ellos en un tren de vuelta casa.
Si meditas un poco, te darás cuenta como yo, de que la felicidad es más
simple de lo que uno imagina. Es poder estar bien para disfrutar de estos
momentos que parecen tan minúsculos pero que en realidad son gigantes para un ser
humano como tú y como yo.
Puede sonarte a tópico. Piensa lo que quieras cuando leas esto. Es el
privilegio que se nos ha dado, la habilidad de ser críticos con nosotros mismos
y con los demás pero… atención, no exijas demasiado.
Claro que nacerán los detractores incondicionales de las redes sociales,
que si Fb te recuerda las fechas señaladas, que si no tiene mérito... Pues,
para mí, el simple hecho de que alguien se tome unos segundos de su vida para
dejarte un mensaje de felicitación claro que lo tiene, y gracias a estos medios
de comunicación hoy en día soy un poco menos desastre.
A tod@s los que se levantan cada día buscando el sol en su interior, a los
que quiero porque me quieren, a los que quiero sin que me quieran, a los que
algún día me quisieron sin que yo consiguiera quererlos y, sobre todo, a los
que en este día, que solo hay uno al año, me han dejado su mensaje grabado en
el corazón.
Gracias.