A veces nos confundimos y pensamos que lo simple no puede ser especial.
Luego nos damos cuenta que un momento simple y sencillo se convierte en especial gracias a las personas con las que lo compartimos.
Lo especial no radica en su grandeza o complejidad sino en la repercusión que tiene en nuestro estado de ánimo, en la sensación de bienestar que nos causa.
Un bocata de salami en una duna mirando unos preciosos ojos verdes de nueva adquisición 2009 y otro par de ellos que he visto reír y llorar. Un té en un mini-oasis donde nadie te puede encontrar.
Un poco de sueño, un hambre de mil demonios, el mar ...
Dejar el lado racional para mañana, seguir el corazón y quizás, equivocarse, pero equivocarse de sentir, no de pensar. Equivocarse por elegir mal. Caerse, levantarse y saber...que la vida merece la pena por las cosas simples que nos convierten en personas y momentos especiales.
Los que ya no están se fueron porque no era su sitio ni lo merecían para bien o para mal.
Los que llegan para quedarse son los que están: el presente.