sábado, 26 de septiembre de 2009

Roma


Camino con rumbo pero demasiado. Me duelen las piernas de estos tres días.
La visita a Roma ha merecido la pena.
En la estación Termini cientos de personas escapan de la gran ciudad ¿ Quién sabe a dónde?
Anuncian el tren para Milán. Todavía no conozco esta ciudad y me gustaría subirme pero no es el tren camino a casa.
Como todos estos días alguien se aproxima, en este caso para hacerme una encuesta.
Es de la editorial Mondadori. Veo el logo y me fío. Hay tanta gente extraña en esta ciudad...
Después de esquivar excrementos de perro por las calles, dar indicaciones sobre direcciones que casi yo no conozco , sobresaltarme por los gritos que emiten los conductores en los atascos de tráfico y los peatones ofendidos,respondo a la encuesta amablemente.
El chico nota mi acento español. Generalmente, por las calles, se dirigen a mí en inglés. No sé por qué. No creo tener una fisonomía típica de ninguna parte.
Me gustaría comprarme un libro para entretenerme pero con todo el material que me han dado en el Cervantes y esa sencillez del "por si acaso" que tenemos las mujeres a la hora de preparar maletas y mochilas, voy demasiado cargada.
He pensado, escribo un rato.
El curso ha sido bastante interesante. Me ha aclarado muchas dudas pendientes sobre la valoración de las competencias lingüísticas de los diferentes niveles. Su orientación práctica lo hace ameno y necesario y espero poder asistir a los próximos...
Nápoles llega por megafonía e insisten en que los pasajeros no se aproximen extremadamente a la vía. Supongo que la tendencia comportamental caótica del italiano medio lo exige. Seguramente, también la de otros no tan italianos...
Cierro los ojos y recuerdo ayer. Roma de tarde es un espectáculo
Piazza di Spagna se llena de gente de todo tipo.
Me siento en la escalinata. Todos se sientan allí.
Observo el panorama para nada aburrido.
Familias de japoneses enloquecen con sus cámaras fotográficas. Buscan el ángulo perfecto, su perfil bueno, la gama cromática adecuada para realizar el máximo retrato de su ego.
Chicos jóvenes de negocios pasean relajados con sus maletines y hacen uso abusivo del teléfono móvil.
Intentan convencer a una compañera del trabajo para tomar algo, les cuentan a sus mujeres que llegarán tarde a casa, fardan con un amigo del fin de semana pasado...
Una sonrisa ambigua aparece en mis labios.
En este caso la fama es bien merecida.
Escucho la conversación de una chica que habla con su amiga. Le está contando lo "cretino-bastardo" que es el chico con el que sale hace ya algunos meses.
Una familia de alemanes se sientan a mi lado. Exhaustos y con el mapa en la mano buscan el camino a la Fontana de Trevi.
La Fontana, sempre "bella". Un cúmulo de monedas y deseos de todo el mundo.
La policía que observa a los carteristas al acecho.
No tiro mi moneda. La próxima vez, pienso.
Y es que en Roma siempre hay "una próxima vez"...

1 comentario:

soñi dijo...

Te has vuelto una cotilla..... Claro, como no tenemos nuestros cafés escuhas como las demás hablan de hombres.... A Carrie le pasa algo así en París, pero ella solo observa, no escucha... je,je.
ciao bella.