lunes, 17 de diciembre de 2007

Oli

Recuerdo a Oli como si fuese hoy. A veces dudo que le hubiese conocido o que existiera de verdad pero luego me doy cuenta de que fue real y me abrió los ojos, de una vez, a mis verdaderos sentimientos.
Nunca olvidaré sus inmensos ojos azules y su fragilidad de niño casi enfermo cuando le descubrí en aquella mini fiesta el día de Nochebuena.Su dulzura al mirar me enganchó al segundo aunque no nos podíamos comunicar al 100% ( no hablaba muy bien castellano). Estoy convencida de que si es verdad que nos reencarnamos en otras personas en nuestra siguiente vida, la mía estará a su lado.
Se lo prometí cuando le conocí. Es como si el destino quisiera que le hubiese encontrado por algún motivo que todavía hoy desconozco.
Podría pensar que es la imagen idílica que guardo de aquel momento ya que tan sólo tenía 18 o 19 años, y las cosas se miran, tal vez, desde otra perspectiva pero, ciertamente, ha habido muy pocos chicos que hayan logrado cautivar mi atención de esa manera.
Puede que Oli ya no exista. Las últimas noticias que tuve de él es que tenía la arteria aorta obstruida. Puede que ya fuese demasiado tarde. O puede que se curase y finalmente fuese feliz después de marcharse.
Puede que se afanase en las drogas y tenga un final amargo. Ojalá haya logrado lo que nunca tuvo , sea un hombre de bien y goce de todas esas cosas de las que careció en la infancia ya que después de tantas penurias, francamente lo merecía.
Hay un proverbio que dice que por lo menos te cruzas dos veces con la misma persona en tu vida. Soy consciente de que con Oli sea imposible que suceda pero tengo la suerte de poder recordarlo con cariño cada Navidad , brindar con una copa imaginaria por su felicidad y llorar dos lágrimas dulces por todo el cariño entregado.

1 comentario:

Ana dijo...

Hoy, un año y medio después, he recibido las fotos de Palermo que había sacado Mehmet (el chico turco y el único con el que sigo en contacto) con su cámara. Sentí una mezcla de alegría, tristeza, nostalgia, ganas de llorar, ilusión,... Y me hizo recordar a Raffaele. Ya no lo recuerdo con amargura ni con pena. Lo recuerdo como una historia increíble que he tenido la suerte de vivir y sentir. Era tan encantador, con esa carita de niño entre ingenuo y travieso, tan familiar, tan atento. Yo creo que mi anterior vida la pasé en algún tranquilo pueblo italiano junto a él, estoy convencida. Éramos una familia felicísima con nuestros niños alrededor, yo era la "mamma", el alma de la casa, y él me colmaba siempre de atenciones, como solo un italiano sabe. Lo sé porque cuando llego a Italia, sea Roma, Palermo o cualquier otro lugar, me siento en casa, no extraño nada, podría quedarme para siempre y no me sentiría extranjera, y, sobre todo, aunque el italiano es muy parecido al español y relativamente fácil de entender, lo mío ha sido un caso extraordinario, hasta Giussepiño me lo dice. Es decir, en mi anterior vida era italiana. Y, curiosamente... lo he visto dos veces en mi vida... La próxima vida la pasaré con Manuel. Quizás ahora no es nuestro momento, empiezo a darme cuenta, pero estoy segura de que nos conoceremos en algún otro momento y volverá a ser todo mágico y perfecto, sin equipajes físicos ni psicológicos. ¿Creéis que las miradas a los ojos también pueden mentir u ocultar datos? Yo no lo creo. Cuando miras a alguien y te mira, cuando te despides bajo la lluvia y vuelves la vista atrás y corres de nuevo hacia la otra persona sabiendo dentro de tu corazón que es el último abrazo, cuando te despides de alguien que tienes al lado pero no sabes cuando lo volverás a ver y no sois capaces de apartar la mirada ni de desentrelazar las manos... cuando alguno de esos momentos no lo olvidarás ni viviendo cien años... eso tiene que significar algo. Cuando, como bien dices Miri, cierras los ojos y lo ves como si estuviera ahí y nunca se hubiera ido, sin duda es un alma gemela, alguien con quien compartiste o compartirás una de las múltiples vidas que hemos vivido y que nos esperan, sin saber donde, como ni cuando, pero llegarán. Y estoy también convencida de que mi vecina de al lado del pequeño pueblo o mi futura vecina del centro de Coruña era y será rubia de ojos castaños, inquieta y nerviosa, compartiendo su vida tranquila con Oli, Paco,..., con quien le corresponda en esa vida. Porque las vidas futuras te las prometo también a ti.