viernes, 18 de enero de 2008

Mujeres multitarea

Ayer me ví en una cafetería, echándole azúcar a mi café, subrayando con la mano izquierda mi libro de Patrimonio y pensando en lo que tendría que hacer hoy por la mañana.
Esbocé una sonrisa al darme cuenta.
Para que luego digan que las mujeres no somos animales polifacéticos. Y lo mío comparado con lo de otras es meramente anecdótico. Hay mujeres que van a la compra, y mientras llevan de la mano a su hijo y le van explicando a qué huelen las nubes, leen la lista de los víveres, organizan el menú de la semana siguiente y todavía se acuerdan de que le tienen que comprar la crema de los pies a su pareja para que no le huelan. (porque al muy animalito se le ha olvidado)
Mientras, tengo delante de la vista a un hombre de unos 50 años que está sentado en la barra.
Me hace gracia. Primero, echa azúcar al café. Luego se lo bebe a sorbitos. Aparta la taza y es entonces cuando se dispone a leer el periódico.Si pudiese leer su pensamiento estoy casi convencida de que sería como una hoja en blanco.
Poco a poco, señor, no vaya a ser que se estrese usted mucho.
Me encantan estos momentos en el que el tiempo se detiene y miro a mi alrededor.
Realmente, en esta sociedad se notan las diferencias de un género a otro pero hay cientos en el mundo en las que el hecho que comento es mucho más atenuado.
En ciertos países como República Dominicana la mujer es la que desarrolla todas las labores de la familia. Trabaja fuera, cuida de sus hijos y desempeña las tareas del hogar. No me extraña que los maridos o compañeros de ellas tengan tanto tiempo para otras mujeres porque realmente las pobrecitas no pueden ni respirar ( la poligamia es algo de lo que hablaré otro día).
En fin, que supongo que puede que haya un 1% de hombres que sean capaces de hacer varias cosas a la vez pero entre los que yo conozco no hay uno que mientras vea la tele pueda escuchar o hacer otra cosa ( y ya no hablemos del fútbol, que produce en sus mentes una especie de enajenación mental).
Al fin y al cabo creo que al morder la manzana las mujeres dimos un paso en la evolución y espero que así siga siendo en el futuro.

1 comentario:

Ana dijo...

No sé si tiene mucho que ver lo que voy a escribir con el tema de tu reflexión, pero como necesito escribir y tengo tentaciones absurdas, aquí estoy, dando la lata una vez más con mis extrañas aportaciones a este ya tan querido e íntimo (a pesar de que lo puede cualquier persona del muno mundial) blog. Es verdad que los hombres, la mayoría, los pobres solo pueden hacer una cosa a la vez. Lo curioso es que parece que se queden como lelos, es decir, si están escuchando atentamente la tele y les preguntas algo, parece que han sido abducidos por la televisión, no oyen ni escuchan; si están leyendo un libro y les pasas cualquier cosa para que te la abran, ahí se queda en su mano como pegada sin que consigan siquiera mirar lo que es... no sé yo si eso de que utilicen más la parte derecha del cerebro (la más racional) será demasiado bueno... Sin embargo yo estaba hace pocos minutos en el sofá escuchando perfectamente la entrevista de la tele, leyendo con emoción "De todo lo visible y lo invisible", con el que me siento plenamante identificada (bueno, de momento no estoy tan loca como la protagonista), soñando despierta con un encuentro inesperado en una cafetería en el que me tropezaba con un antiguo conocido que debajo de su brazo llevaba un libro que curiosamente debería de tener yo (fue tan real que hasta viví las sensaciones), pensando en como rayos me había dicho mi madre que hiciese el puré de verduras mañana, y a la vez calculando a que hora le iré a cortar el pelo a un amigo (antes o después de repasar inglés??). Es todo un poco raro,¿no?. Parecía que me quería venir el sueño e, ilusa de mi, vine corriendo a la habitación a ponerme enseguida a dormir, pero con la emoción de por fin recuperar mi ansiado sueño me he desvelado (que ya es rizar el rizo). Hoy me pregunto si volvemos a ser las mismas personas después de cada experiencia que vivimos, sea del tipo que sea. He llegado a la conclusión de que no. Quizás podamos volver a recuperar la cotidianeidad, ciertos rasgos de nuestra personalidad característicos, pero en el fondo siempre cambia algo. No se vuelve a reír igual, ni a llorar igual, ni a opinar igual, ni a querer igual, ni a sentir igual, ni a interpretar igual una canción o un libro o un poema, ni a estudiar igual, ni a divertirse igual, ni a hablar igual, ni a mirar igual. Puede que algunas cosas se hagan con mayor intensidad, o puede que nos quiten la intensidad que antes había. Depende. ¿De qué depende? Del cristal con que se mire, es decir, del recuerdo que construyamos, que nos permitirá ver las cosas de un color o de otro. Habrá quien vuelva a recuperar toda la gama de colores, incluso con mezclas nuevas, habrá quien no consiga pasar de la escala de grises, habrá también quien se vuelva monocromático, quien se quede en el negro, pero, I wonder: ¿de qué depende cómo construir esos recuerdos? ¿Libre alvedrío, genética, ambiente, carácter, personalidad,...? Yo no lo sé.