jueves, 14 de febrero de 2008

Vida y milagros de Cupido: el gran arquero del siglo XXI


Cupido era un adolescente relativamente normal. Hacía el Bachirerato, tomaba el sol en los descansos, de vez en cuando se escabullía de alguna clase para jugar a las cartas y se entusiasmaba con los ejercicios de lógica en las clases de Filosofía.
El gran sueño de Cupido era el tiro con arco. Nunca pudo probarlo, porque, obviamente, en aquellos tiempos no se ofrecía como actividad extraescolar. Sus amigos le consideraban un poco raro ya que, a su parecer, todavía nunca había experimentado ningún síntoma propio de la edad del pavo.
Cuando todos se recreaban pasmados en la evolución precoz de los cuerpos femeninos, él parecía ausente, no estaba interesado.
El 13 de febrero de aquel año, que no alcanzo a recordar, la vida de Cupido cambiaría por completo. Al día siguiente era su cumpleaños.
Era el elegido, no había duda. Dos seres alados descendieron de quien sabe donde y le dijeron…
“Eh, tú, Cupido. Sabemos que hay algo que desearías con todas tus fuerzas en esta vida”
Cupido se sorprendió de que dos individuos extraños como aquellos se dirigiesen a él que siempre solía pasar desapercibido.
Les escuchó con atención. Regresaba a casa tarde después de un partido y siempre fue de los que pensaban que había que ser con la gente medianamente educado.
Le propusieron enseñarle en una noche todo lo que sabían sobre lanzar flechas y, el pobre hombre, se sintió intrigado.
Así pasaron horas y horas apuntando al infinito bajo la luz de la luna.
A la mañana siguiente, las gotas de sudor resbalaban por su espalda. Quiso alcanzarlas con su mano pero no pudo. Se dio cuenta de que le habían salido alas.
En la mesa de la habitación descansaba un sobre rojo. Lo abrió temeroso.
Entre toda la parafernalia, lo único que comprendió es que le habían condenado a ser el Dios del Amor. Vamos, a lanzar flechas y flechazos a diestro y siniestro sin compasión.
No supo si llorar o reír.
De ahí que hoy en día nunca entendamos de quién ni por qué nos enamoramos.
Cuando estamos ciegos de amor es por una flecha mal dirigida de Cupido que se nos ha clavado en un ojo(Ya se sabe que un día de práctica no es suficiente para dar en el clavo) Cuando el amor no es correspondido es porque a veces Cupido se olvida las lentillas en casa y apunta hacia el otro lado.
Nada es perfecto en esta vida, bastante tiene Cupido con hacer su trabajo.

1 comentario:

Ana dijo...

Es todo un engaño. Ni Cupido, ni flechas, ni nada de nada. Mentira. Nos empeñamos en ponerle una etiqueta a nuestro propio egoísmo y llamamos amor a nuestra necesidad de que nos halaguen, nos llamen, nos hagan compañía,..., esas cosas. Podríamos pedirlo con toda naturalidad: "¿Quedamos hoy y nos achuchamos un poco? Me apetece sentir un poco de calor humano", pero no, en vez de eso dicen:"Me muero por verte, ¿podemos quedar? No sabes cuanto me acuerdo de ti", y ya se lía. Se lía porque luego todo es confusión, ninguno dice nada y la bola aumenta hasta que explota. ¡Qué manía con que si el amor y el romanticismo! ¡Que no! ¡Que es el instinto reproductivo!Ellos quieren esparcir su semilla por todos los lugares del mundo, con cuantas más hembras mejor, así queda patente su virilidad. Ellas quieren un papá protector de la familia, muy fuerte para cazar las mejores piezas. Así va. Por más que nos empeñemos en vestirnos y perfumarnos llevamos dentro al cavernícola y digan lo que digan es lo que nos puede. El instinto. ¿Por qué un hombre feliz con su esposa y su descendencia tiene un "desliz" con una hembra atractiva que pasa cerca de él? Por el instinto que le empuja a esparcir su semilla. ¿Por qué una esposa feliz con su proveedor esposo y su prole tiene un apasionado affaire con un hombre de película? Por instinto. Busca la protección y la seguridad que no siente con su marido-proveedor.
Así que nada, dejémosnos de historias y no reprimamos los instintos que es malísimo para la salud, pero siempre con la verdad por delante, algo así como:
- (Él)Tengo pareja y la quiero, pero no puedo dejar de sentir una pasión arrebatadora cada vez que te veo. ¿Te ocurre a ti lo mismo?
- (Ella)Estoy con alguien adorable a quien no quiero dejar ni perder, pero contigo me siento tan bien, tan especial, ¿podemos darnos un poquito de cariñito? (je,je)
¿Veis que fácil?