martes, 8 de febrero de 2011

Quédate en Madrid

Madrid es una ciudad que me sorprende. Recuerdo las Navidades cuendo era niña con los pies heladitos en casa de mis abuelos. Los meses de agosto de calor sofocante y los guiris en chanclas en la Plaza Mayor.
Esta vez el encuentro era por otras razones. Yo, ingenua de mí, pensaba hacer unos de mis "interminables" exámenes de Turismo (y digo interminable porque creo que no acabaré jamás) y al final, gracias a Facebook todo se transformó en una carrera de un lado a otro, un encuentro fugaz con mis compañeros de Erasmus en Sunderland y un recuerdo de esos que permanecerán en la memoria por bastante tiempo.
Gracias a un vuelo desde Ancona (menos mal que Ryanair piensa un poco en nosotros) allá nos fuimos Gius y yo, como dice él a "fare un giretto" por la capital que tantos odian.
Siento mucho que haya ese rechazo por esta ciudad y sus habitantes en tantos lugares de España. La verdad, y como en tantas otras ocasiones, no se puede juzgar a un pueblo por una pequeña muestra insensata.
Creo que el despegue de Barcelona (donde he estado hace poco y me parece una maravilla) ha nublado bastante los cambios que han tenido lugar en Madrid.
Son ciudades que no se pueden comparar. Sobre todo porque una es clásica y la otra  extra contemponánea aunque ambas son fascinantes a su modo y están llenas de una rica oferta cultural.
Lo que sí es cierto es que serán "chulos" en Madrid pero hay que admitir que uno se puede quitar el sombrero ante sus infraestructuras como por ejemplo el metro.
Líneas que comunican todos sus polos con máxima puntualidad aunque para los forasteros quizás un poco difíciles de gestionar.
Y los bares...porque como buena gallega de orígenes vascos...las tapitas en los bares...nada que ver.
Salen platos calientes por todas partes y se me cae una lagrimilla ¡Basta de tortellini! (pienso)
Unos días más tarde, tengo todavía los gemelos subidos de caminar por El Retiro y La Gran Vía y duermo en los trenes de los que normalmente os hablo...
Entre las nubes, las turbulencias del viaje de vuelta, las colinas que me conducen a Campobasso...
Mi antifaz de los sueños y las caras amigas recién vistas que me sonríen.
Las croquetas de este domingo con Emmanuele y Carlotta estaban buenas. No se pueden comparar con las compartidas con Pepa y Angelines, por supuesto.
"Superato", "superato"... Me salen exámenes por las orejas y pienso: "estos chicos algo habrán aprendido..."
Mañana un día más.
Una canción para acurrucarse en el sofá.

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